domingo, 16 de febrero de 2014

No importa que llueva


              No importa que llueva aunque lo haga durante todo el día. Me gusta ver llover a tu hombro, a tu boca, cerca de tu cintura; observar cómo llueve de arriba abajo, cómo caen las gotas a tierra con el mismo entusiasmo de un astronauta que sube y no para, y luego toca, y después dice que ha llegado muy alto. No importa que llueva aunque sea domingo o haya olvidado hacer la cama o esté fría la almohada. Vemos cómo la lluvia gota a gota se aprieta contra los cristales y dices que son unas suicidas, y que la mañana está gris, y entonces haces un cambio brusco y respiras diferente. Yo me conformo con poco porque todo lo que tengo es un pequeño paraíso que he ido descubriendo a medida que tú estabas y yo permanecía quieto, en intervalos continuos y acentuados, y aun así, siempre me das besos en la calle y acaricias mi cara, qué más puedo pedir. No importa que llueva aunque nadie sepa cómo detener este diluvio, y quiero pintar manos cada vez que me apetezca, y llamarte por el nombre que he inventado, y oír cómo dices que estás aquí y que existo porque hay luz en este lado de la ventana, y entre pausa y pausa apareces en el medio, y que si te vas te espero mucho, y que si muero he muerto y aún te espero. No importa que la vida la haga restos y luego trate de recogerla, no importa años y años a mi alrededor, no importa nada, absolutamente nada, pero hoy llueve, y dices que las gotas son unas suicidas, y haces un cambio brusco, y te oigo respirar diferente.