la gente no comía,
en los farolillos escaseaban los caramelos,
los músicos no tenían afinados sus instrumentos,
pero sobre todo, la tarta no llevaba velas.
Eso hacía que todo el mundo se sintiera muy triste, muy melancólicos…
Entonces quise despertarme para coger varias de ellas
del cajón de mi mesita de noche y después regresar,
pero ya no pude dormir,
me había dejado la tarjeta de invitación…
Jairo Gavidia
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